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CRÓNICA ROVOS RAIL — PARTE 2

  • Foto del escritor: Jaydee Turru
    Jaydee Turru
  • hace 2 días
  • 2 Min. de lectura

El arte de servir, el arte de escuchar, el arte de viajar


Si la primera parte del viaje nos revela los paisajes, la segunda parte nos revela a las personas. Rovos Rail no solo se mueve por las vías: se mueve por las manos, las voces y las historias de quienes llevan décadas construyendo esta experiencia.


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Un descanso que se convierte en encuentro


En este tramo del recorrido, el ritmo baja y los días se sienten más suaves. El paisaje sigue hipnotizando, pero ahora los protagonistas también son los trabajadores del tren: aquellos que, con una vocación silenciosa, hacen del viaje algo más que un lujo.


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Historias que sostienen al tren


Entrevistamos al maquinista principal, un hombre cuya vida podría contarse en kilómetros de vía. Habla del tren como quien habla de un viejo amigo: con respeto, con cariño, con admiración. Sus relatos avanzan entre anécdotas técnicas y emociones profundas; un guardián del tiempo sobre rieles.


Luego conocimos a la ama de llaves, una mujer que lleva más de 30 años asegurándose de que cada cabina sea refugio, silencio y descanso. Tiene una sonrisa cálida y una disciplina impecable: su mirada detecta cualquier detalle antes de que exista. “Un tren es un hogar en movimiento”, dice. Y ella lo mantiene vivo.


El administrador general, por su parte, coordina todo con una precisión que asombra. Su trabajo es invisible para el viajero, pero es la columna vertebral de Rovos. Entre números, rutas y horarios, aún encuentra tiempo para preguntar por tu día y darte el detalle de las actividades del día siguiente durante la cena, para asegurarse de que estás disfrutando el viaje entero.


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Los que no se ven pero hacen realidad los sueños de muchos viajeros


Rovos Rail no ofrece simplemente un viaje; ofrece un estado del ser. Desde el primer momento, la travesía se siente como un suave abrazo del tiempo y la memoria: un recordatorio de que viajar también es observar, pausar, respirar y permitir que los sentidos se desprendan del ritmo para andar sin prisa.


Y quiero extender un agradecimiento especial a todos por su apoyo constante, su dedicación y su genuina atención —ese tipo de atención que solo nace de alguien que verdaderamente ama lo que hace.


Los jóvenes: una nueva generación de elegancia


Y están ellos, los chicos del servicio: seleccionados con pinza, formados con rigor, entrenados para hacerte olvidar que existe el mundo exterior. Son la sonrisa, la cortesía, el ritmo amable de cada comida. Gracias a ellos, uno suelta el teléfono, deja las prisas y empieza a mirar alrededor: a los otros viajeros, a sus historias, a la humanidad compartida en un vagón.


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La magia final: convivir


Rovos Rail tiene un poder que pocos viajes poseen: te desconecta para reconectarte. Te quita la velocidad para devolverte el tiempo. Te saca del mundo para regresarte al mundo con más claridad.


En los últimos días, ya no importan las maletas, ni el destino, ni siquiera la ruta. Importan las conversaciones. Importa la gente. Importa ese ritmo suave del tren que también se convierte en ritmo del alma. Porque en Rovos Rail uno no solo viaja: se transforma.

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