Arturo “Pino” Ruelas: desaparecer para que la música exista
- Gris Cruz

- hace 13 minutos
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Imagen tomada de las redes sociales del artista
Monterrey, Nuevo León. Hay una idea que atraviesa toda la conversación con Arturo “Pino” Ruelas: el artista como canal, no como protagonista. La música, el diseño, la literatura y el escenario son apenas conductos por donde pasa algo más grande.
“Cuando desapareces y ya no importa tu voz, ese es el mejor momento.”
Desde ahí se entiende su visión del ska mexicano, no como etiqueta, sino como acto colectivo, nacido en los márgenes y sostenido por la comunidad. Rocotitlán, el Chopo, los demos en cassette, las revistas como La Mosca en la Pared y La Banda Rockera aparecen como redes sociales analógicas, espacios donde el boca a boca era ley. “Nuestro demo se volvió viral pasando de mano en mano.”

Imagen tomada de las redes sociales del artista
Arte, memoria y ciudad
Su obra gráfica “Corazón de Todos”, reconocida por Corazón Chilango, es una extensión natural de su música: lúdica, exacta, colectiva. Cada edificio, cada trazo, dialoga con la memoria urbana.
“Cada persona ve algo distinto en la obra, porque la ciudad nos pertenece a todos.”
Escena, tecnología y futuro
Lejos de la nostalgia, Pino abraza las nuevas formas: celulares en alto, realidad aumentada, experiencias digitales. “Si la gente levanta el celular, hay que darle contenido a ese celular.”
La escena sigue viva, muta, se transforma, pero lo que permanece es lo social, lo que conecta con la vida real. “Lo que sobrevive es lo que le habla a la gente.”
Porque en la visión de Pino Ruelas la música se escribe como literatura y la imagen se compone como una canción. El escenario no es un pedestal, sino un punto de encuentro donde el artista desaparece y la comunidad toma la voz.
Como dice una de sus canciones: “no vine a gritar solo, vine a gritar contigo”.
Ahí, cuando nadie es protagonista y todos lo son, ocurre la magia.
Monterrey y el ritual del reencuentro
El 27 de diciembre, Monterrey no será sólo una fecha: será un ritual compartido. Slam, baile, memoria y celebración.. No como espectáculo distante, sino como ritual compartido junto a El Gran Silencio, Cabrito Vudú y Skaterrestres en La Última del Año en el Río 70 porque cuando la banda toca y la ciudad responde, se cumple aquello que Los Estrambóticos han repetido durante décadas: “aquí nadie sobra”. y el rock mexicano vuelve a sentirse vivo, necesario y profundamente humano.

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