Entre bronces, barro y callejones: la experiencia íntima del Taller Jaramillo en Guanajuato
- Jaydee Turru
- 11 sept
- 3 Min. de lectura

Guanajuato tiene la magia de atraparte con sus callejones coloridos y su aire bohemio, pero también sabe sorprenderte con secretos que no se encuentran en las guías turísticas. Uno de esos tesoros escondidos es el Taller Jaramillo, un rincón donde el arte no solo se contempla, sino que se vive.
En lo alto de una de las colinas, donde las calles parecen más un laberinto que un camino, se abre este espacio que alguna vez fue refugio creativo de Raúl Jaramillo, artista plástico que dejó su huella en piezas monumentales como la figura en bronce de Diego Rivera, El Tuno (símbolo de la estudiantina) y el imponente Jorge Negrete, entre muchas otras obras que salpican la geografía cultural de Guanajuato.
Un legado que respira

Entrar al taller es como atravesar un umbral en el tiempo. El aroma a madera, a barro húmedo y a metal trabajado se entrelazan, recordándote que ahí, cada rincón guarda historias. Sus hijos, Laura y Raúl, se han encargado de mantener vivo el espíritu de su padre.
Laura habla de él con una dulzura que emociona. “Mi papá podía pasarse horas perfeccionando un detalle, y lo hacía con una pasión que parecía no agotarse nunca”, dice mientras sus ojos brillan. Ese amor lo transmite en cada explicación, en cada anécdota que rescata la figura de un creador que convirtió su oficio en un homenaje a la identidad guanajuatense.
Por su parte, Raúl ha dado un giro audaz: diseñó experiencias en cuatrimoto que combinan la adrenalina con el descubrimiento. A bordo de estas máquinas, me llevó por veredas y paisajes de Guanajuato, deteniéndonos en sitios donde su padre dejó huella. No era solo un recorrido turístico; era un viaje íntimo, un diálogo entre el pasado y el presente, entre el arte y la emoción pura.
El arte en tus manos

Pero la verdadera revelación llega dentro del taller. Aquí no eres un espectador: eres protagonista. La experiencia que ofrecen te invita a ensuciarte las manos, a modelar barro, a perderte en los trazos de la pintura. Al principio hay nervio, incluso torpeza; después, todo se transforma en un estado de relajación profunda. No se trata de crear una obra perfecta, sino de sentir la misma libertad con la que Jaramillo moldeaba su mundo.
La arcilla entre los dedos, la textura fría que poco a poco toma forma, el sonido de los pinceles al deslizarse sobre el lienzo… todo genera un silencio especial, un espacio de introspección que conecta con algo muy personal: el orgullo de haber creado algo propio.
Más que turismo, una vivencia

Este no es un taller cualquiera ni una actividad más en la agenda del viajero. Es un encuentro con la memoria de un artista y con la pasión de una familia que ha decidido compartirlo con el mundo. Aquí no solo se reconoce la obra de Raúl Jaramillo, se honra también la tradición cultural de Guanajuato y se invita al visitante a formar parte de ella.
Salir del taller no es fácil: te llevas contigo una pieza, pero también una emoción grabada. La sensación de haber descubierto un talento dormido o, al menos, la certeza de haber despertado al explorador que todos llevamos dentro.
Si vas a Guanajuato…
No lo dudes: vive la experiencia del Taller Jaramillo. Haz el recorrido en cuatrimoto, escucha las historias de Laura, deja que el barro o la pintura hablen por ti y, sobre todo, regálate el tiempo de sentirte artista aunque sea por un día.
📲 Para más información y reservas, síguelos en Instagram: @gtoalternativo.
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