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Un viaje por el tiempo en Cuitzeo, un rincón michoacano sin igual

  • Foto del escritor: Jaydee Turru
    Jaydee Turru
  • 30 sept
  • 2 Min. de lectura
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En el corazón de México, donde la memoria de los pueblos purépechas sigue latiendo entre templos, lagos y calles empedradas, se encuentra Cuitzeo, un Pueblo Mágico que parece haberse detenido en el tiempo para regalarnos historia, belleza y tradición.


Su nombre significa “lugar de tinajas”, y ya desde su origen habla de agua, de vasijas, de vida. Este municipio, nombrado Pueblo Mágico el 13 de noviembre de 2006, se levanta a la orilla del segundo lago más grande del país, un espejo natural que no solo guarda biodiversidad, sino también leyendas que recorren el aire en cada parvada que se cruza con los atardeceres.


Caminar por Cuitzeo es dejarse abrazar por la historia. El recorrido puede comenzar sobre su puente carretero de cuatro kilómetros, construido en 1882: un gigante de piedra que conecta la tierra con el agua. Desde allí, el lago se convierte en un escenario de aves que surcan el cielo, pintando de movimiento y color la serenidad del paisaje.


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El alma arquitectónica de este destino se revela en el Ex Convento de Santa María Magdalena, un tesoro renacentista del siglo XVI construido por los Agustinos. Sus muros resguardan esculturas, pinturas y libros antiguos; su fachada plateresca despliega ángeles, enredaderas y corazones tallados en piedra; y un vitral en el coro nos recuerda a María Magdalena lavando los pies de Jesús. Hoy, convertido en sede del Museo de la Estampa, abre sus puertas a quienes buscan arte, silencio y contemplación.


Pero Cuitzeo es mucho más que un convento. Son sus Siete Templos, cada uno con un espíritu y una historia que contar; el Palacio Municipal y el Portal Hidalgo, donde la vida cotidiana late con fuerza; el parque ecológico, refugio verde para reconectar con la naturaleza; y la zona arqueológica Tres Cerritos, un antiguo centro ceremonial purépecha con montículos, plazas y adoratorios que nos hablan de la profunda espiritualidad de este pueblo originario.

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Y como todo viaje en Michoacán, el sabor también es protagonista. Cuitzeo ofrece un festín de corundas recién salidas del comal, charales y pescados frescos del lago, ranas en caldo o empanizadas, uchepos dulces y suaves, enchiladas michoacanas, y hasta galletas de pinole y nata que endulzan cualquier caminata por sus calles.


Las celebraciones aquí son parte del alma del lugar. Desde la Fiesta de la Virgen de la Concepción, el convite de mojigangas, hasta la Feria del Pescado en Mariano Escobedo, cada fecha se convierte en una explosión de música, colores y tradición.


Visitar Cuitzeo es un viaje por el tiempo, un encuentro con la arquitectura, la espiritualidad y los sabores de un Michoacán que se muestra auténtico, eterno y orgulloso de su herencia. Aquí, entre lagos, conventos y fiestas, el viajero descubre que México siempre tiene un rincón más por revelar.


Para más información visita: visitmichoacan.com.mx

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