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Querétaro celebra el vino: identidad, territorio y experiencia en la quinta edición del Festival del Vino Queretano

  • Foto del escritor: Jaydee Turru
    Jaydee Turru
  • hace 3 días
  • 3 Min. de lectura
Foto: quesos y vino Q edición 2025 de Querétaro
Foto: quesos y vino Q edición 2025 de Querétaro

Entre viñedos y pirámides, en el corazón del Bajío, Querétaro se alista para descorchar su historia líquida. Del 17 al 19 de octubre, la Plaza Gran Cué, en el municipio de Corregidora, será escenario de la quinta edición del Festival del Vino Queretano, una celebración que reúne tradición, innovación y el orgullo de una tierra que ha hecho del vino una forma de contar quién es.


Organizado por la Secretaría de Turismo de Querétaro y el Clúster Vitivinícola del Estado, el festival reunirá a 35 viñedos con más de 350 etiquetas, acompañadas de catas, talleres, conferencias y exposiciones.


Un espacio para celebrar la madurez de una región que, con esfuerzo y visión, ha consolidado su prestigio en el mapa del vino mexicano.


Durante la presentación en Punto México, en la Ciudad de México, Rodrigo Ibarra, Director de Promoción Turística, recordó que Querétaro es ya el principal destino vinícola del país, con más de 1.2 millones de visitantes al año y una derrama superior a cuatro mil millones de pesos, impulsada por la emblemática Ruta del Arte, Queso y Vino.


Pero más allá de las cifras, el vino queretano hoy se vive como una experiencia integral: una mezcla de paisaje, hospitalidad y saber ancestral. Así lo explicó Eugenio Parrodi, Presidente del Clúster Vitivinícola, quien subrayó que esta edición marca un nuevo capítulo para la industria: “Hace falta voltear a ver a regiones como Mendoza o Ribera del Duero. Ellos crecieron cuando el enoturismo se volvió experiencia, cuando el vino dejó de ser solo una bebida para convertirse en cultura. Ese es el camino que Querétaro está siguiendo".


Con 700 hectáreas de viñedo, la región produce cerca de 3.5 millones de botellas al año y más de 200 etiquetas, elaborando desde espumosos con método tradicional hasta vinos naranjas y fermentaciones naturales. Además, Querétaro ocupa el primer lugar nacional en exportación y producción de vino espumoso, enviando más de 60 mil cajas anuales a Estados Unidos, Asia y Europa.


Foto: Harina Gama, directora del Clúster Vitivinícola de Querétaro, Rodrigo Ibarra, director de Promoción Turística del Estado, Eugenio Parrodi, Presidente del Clúster Vitivinícola.
Foto: Harina Gama, directora del Clúster Vitivinícola de Querétaro, Rodrigo Ibarra, director de Promoción Turística del Estado, Eugenio Parrodi, Presidente del Clúster Vitivinícola.

Este año, el festival tiene un significado especial: Querétaro se convierte en el primer estado productor de vino en México con una Indicación Geográfica Protegida, un reconocimiento que coloca su nombre junto a otros patrimonios como la Talavera poblana o el cobre de Santa Clara del Cobre en Michoacán. “Eso habla de identidad y origen —expresó Parrodi—. Hoy podemos decir que quien descorche una botella con sello queretano sabrá que fue cosechada, elaborada y embotellada en nuestra tierra, bajo estándares de calidad que garantizan su autenticidad.”


El festival también rendirá homenaje al trabajo colaborativo entre las casas productoras, con el lanzamiento de la sexta edición del vino “Q”, un vino colectivo que simboliza la unión del sector. “Es la esencia de Querétaro en una botella, sin protagonismos, con la fuerza de todos los proyectos vitivinícolas del estado”, afirmó Parrodi.


En la Plaza Gran Cué, en el municipio de Corregidora, al pie de la Pirámide de El Cerrito, los visitantes podrán recorrer pasillos de sabor, arte y cultura. Habrá paneles, talleres, artesanías, experiencias sensoriales y maridajes que convertirán cada sorbo en un diálogo con la tierra, afirmó Harina Gama.


Foto: Pirámide de El Cerrito en el municipio de Corregidora, Querétaro
Foto: Pirámide de El Cerrito en el municipio de Corregidora, Querétaro

Y es que Querétaro ha aprendido a evolucionar: ya no se trata solo de probar vino, sino de vivirlo. Como explicó Rodrigo Ibarra, hoy los viñedos queretanos ofrecen hospedaje, spas, gastronomía de autor, arte y experiencias de fin de semana completo. “Antes el visitante venía a probar y se iba. Ahora se queda, pernocta, explora, conecta. Y eso cambia todo: cambia la forma en que entendemos el turismo y la vida”, añadió.


Así, entre barricas, música y el brillo del sol sobre las copas, Querétaro reafirma su lugar como la región donde el vino no solo se produce, sino se siente. Porque aquí —como dice la gente del campo— el vino no se fabrica: se cultiva con paciencia, se comparte con orgullo y se celebra con el corazón.

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