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Cuando el arte se hace fiesta: Noches de Verano en MARCO

  • Foto del escritor: Gris Cruz
    Gris Cruz
  • 31 jul
  • 2 Min. de lectura

Monterrey cerró julio con una postal llena de vida: cientos de jóvenes llegaron desde temprano al Museo MARCO, algunos en botas, otros en tenis, algunos con sombreros vaqueros y otros con glitter y eyeliner neón. Todos distintos, todos con un mismo objetivo: vivir otra inolvidable edición de Noches de Verano.


Una celebración que esta vez coincidió con el 34 aniversario del Museo MARCO, pero sin discursos ni placas conmemorativas. Aquí el festejo se dio con música, luces, baile y comunidad. Así lo explicó Taiyana Pimentel, directora del recinto: “El compromiso está en la calidad del evento y en ofrecer un espacio cultural seguro y diferente”.


La fiesta arrancó con la emoción de saber que Gil Cerezo estaría al frente del escenario, acompañado de invitados sorpresa. Gil, quien ha sido clave en la escena musical nacional, regresó al museo que lo vio crecer como visitante y artista. Su llamado en redes fue claro: lleguen con sombrero y botas. Y la gente respondió.

Imágenes por: Isabella García

Pero más allá del look, lo que desbordó la noche fue la energía. Al platicar con Gil antes del show, reflexionó sobre el presente de Monterrey: “Está más viva que nunca… lo alternativo ahora es lo regional, y eso me encanta. Tiene identidad, sabor y representa lo que somos”.


Ya en el escenario, Gil se rodeó de talentos como Pliego, Leandro Ríos, Iván Ivengo, Omar Guajardo, Sam Vázquez, Tony True y Jonaz, quien prendió a todos con dos rolas cargadas de ritmo. Además, nos compartió su emoción por colaborar con Kevis & Maykyy: “Me voló la cabeza su estilo, muy hip hop noventero con samplers sabrosos… y me invitaron a escribir y meter guitarra, así salió ‘No importa’”.


Durante casi dos horas, MARCO se convirtió en pista de baile. Las paredes vibraron con himnos como: "Aquí todo sigue igual", "Desvelado", "La tecnocumbia", "Después del after", y "45 grados" por mecionar algunos, en una mezcla perfecta entre lo electrónico, lo regional y lo popular. Una noche donde se cruzaron generaciones, estilos y culturas. Nadie quedó fuera: cowboys, rockeros, k-popers, metaleros, poperos, todos bailaron como si no hubiera mañana.

Cinco noches de julio que dejaron huella, pero esta tercera fue especial. Porque fue más que un show: fue una declaración de lo que un museo puede ser cuando se llena de arte vivo, de música potente y de experiencias que vinculan, transforman y celebran. Noches de Verano no solo acerca a las nuevas generaciones al arte: las invita a hacerlo suyo.


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