Un mejor papá, una cinta de situaciones inesperadas.
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- 14 may
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Actualizado: 16 may
Reseña por: Alberto Castillo

Bob Trevino Likes It!
Monterrey, Nuevo León. Podemos aceptarlo o no, pero es bastante común que existan prejuicios alrededor de los relatos basados en hechos reales o inspirados en hechos reales (aún no está claro cuál es el límite entre ambos términos). Algunos podrán decir que toda creación artística puede estar, al menos parcialmente, influida por experiencias reales —propias o ajenas—, pero aquí nos referimos específicamente a aquellas producciones que se jactan de anunciarlo abiertamente.
Al menos, siempre existirá la curiosidad del público por saber qué tanto sucedió tal cual y qué licencias creativas se tomaron en la adaptación. En el peor de los casos, se pone en duda la verosimilitud del relato. Lo cierto es que el terreno de las suposiciones es pedregoso y ondulante; la única certeza la ofrece la propia obra audiovisual, a través de sus valores cinematográficos y el puente que estos tienden hacia nuestras emociones. En su primer largometraje, Tracy Laymon decide contarnos una de sus propias vivencias: de esas que sólo pueden estar inspiradas en la vida real.
La vida de Lily Trevino es desafortunada en casi todos los sentidos. O por lo menos eso parece, a juzgar por su primera cita con el psicólogo. Nos enteramos de que acaba de terminar con su novio, que su madre —de paradero desconocido— estuvo ausente desde sus primeros años debido a problemas con adicciones, y que su padre, Bob Trevino, aunque presente, es un narcisista al que sólo le importa reencontrar el amor. Su empleo como asistente de una joven con discapacidad le resulta cómodo, pero no le satisface ni personal ni económicamente. Ella siempre ha querido escribir poesía.
Después de una fuerte discusión con su padre, en la que —como de costumbre— termina asumiendo la culpa, Lily se siente aún más abandonada. En un intento por reconectar con él y tras llenarle el buzón de voz, decide buscarlo en Facebook. Le envía una solicitud de amistad a un perfil sin foto, con el nombre de Bob Trevino. Pronto se da cuenta de que no es su padre, pero aun así continúa en contacto con ese desconocido, originando improbable y entrañable amistad. Ambos personajes emprenden un viaje emocional en el que sanarán heridas del pasado y descubrirán otras que no estaban a la vista.

Imagen proporcionada por: Cinépolis Distribución
La cinta está envuelta en un aura que remite al cine independiente de principios de los 2000: espontánea, divertida en su primer acto. La escena de Lily con una psicóloga novata arranca risas y es realmente entretenida. Incluso las primeras interacciones con su padre —pese a su insoportable narcisismo— parecen orientar la narrativa por un camino prometedor. Sin embargo, ese rumbo se desvanece cuando aparece el “otro” Bob Trevino.
Aunque las coincidencias existen —como lo sugiere la premisa misma del filme—, resulta difícil pasar por alto lo conveniente que es que ambos personajes estén ahí, con justo lo necesario para sanar los traumas del otro. Tal vez esta sea una lectura escéptica, ya que precisamente lo extraordinario de la coincidencia es lo que justifica contar esta historia. Pero son el guion, las actuaciones y el tono general los que deben dotarla de credibilidad y relevancia. Y en esos aspectos, la propuesta tambalea.
Imagen proporcionada por: Cinépolis Distribución
A partir del segundo acto, el relato se convierte en una colección de escenas diseñadas sin disimulo para conmover. No es un error querer emocionar al espectador, pero siempre se agradece cuando se logra con sutileza. Aquí tenemos de todo: cachorritos, campamentos bajo estrellas fugaces, primeros planos interminables de Barbie Ferreira hecha un mar de lágrimas. Todo esto aleja la historia del tono agudo y natural que había sostenido durante los primeros quince minutos, provocando que, en vez de empatizar con los protagonistas, sintamos lástima por ellos o incluso nos distanciemos de su historia.
Sí, estamos ante un relato conmovedor —eso no se puede negar—, pero lo es desde un lugar efectista y simplista, con personajes profundamente complejos, pero explorados con poca —y en algunos casos, como el de Jeanie, la esposa del nuevo Bob— nula profundidad. Cualquier prejuicio sobre una narración basada en hechos reales puede desmoronarse si la forma de contarla es lo suficientemente inteligente como para asimilar su contenido, apreciar su forma y reconocer su belleza intrínseca. A pesar de sus buenas intenciones, Bob Trevino Likes It tropieza con su propia necesidad de conmover, una urgencia que, por momentos, resulta desesperada y carente de sutileza. Una historia absurdamente original, empañada por una ejecución irregular.

Imagen proporcionada por: Cinépolis Distribución
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Para ver el trailer: https://www.youtube.com/watch?v=B16tfQddDBg
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